instalación final

“Contemplación”

La instalación consta de cuatro momentos, autónomos, que al montarse juntos generan relaciones entre sí, hilvanando sentidos, dialogando, componiendo recorridos (para y con la cámara de registro).
La instalación no es abierta al público, la publicidad de la exposición así lo indica y aclara, las obras se contemplarán a sí mismas, en una instalación performática en la Sala de cine-teatro “Enrique Muiño” de la localidad de Capilla del Monte.

La documentación generada por el evento, en la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de Capilla del Monte, (sesión de sala, horarios, publicación de la exposición por las vías oficiales acostumbradas, no-invitaciones, certificado de la exposición, etc.) y el afiche publicitario son obra.

Análisis (también guión) de la obra

Sobre la pantalla de proyección cinematográfica se instala un dibujo en papel de formato horizontal que remite al paso del tiempo, a un trascurrir que actúa como paisaje de fondo lineal, que viaja de izquierda a derecha como una línea temporal, como la forma en que el ojo lee tanto a un libro como al escenario.
Este dibujo alargado forma una cruz con el caballete montado más adelante en el espacio escénico, ubicado casi en el proscenio, si es visto de frente, de forma perpendicular al centro del escenario, en una vista típica y natural para lo que fue diseñado este espacio.

Sobre el caballete se ubica un dibujo de mujer en crucifixión, que da cuenta de ser fragmento y se apela a la memoria para completarla. La figura mira de frente al posible espectador, no con la mirada piadosa que cabría esperarse de una obra religiosa. Ella se eleva por sobre una silla. 

A los pies del caballete una silla de madera repite la silla dibujada, y sobre ella se ubica un paño de tela roto que está siendo cosido, por un grupo de costureras dibujadas, que aparecen y se ocultan entre los pliegues de la tela, posible manto que remite al sagrado, pudiendo referir a cierta religiosidad en el sentido de la obra.
Las costureras dibujadas no desisten en su quieta tarea interminable, reparadora, de hilvanar sentidos, entre los dibujos y a través del tiempo, por delante y por detrás de la tela, visibles en parte y ocultas, entre los pliegues del paño.

Tanto el paño como los agujeros, las agujas y los hilos son forma y contenido.

Enfrentando este montaje, en las butacas de la sala, se ubican algunos personajes, son máscaras de alambre que, incumpliendo con su función de ocultar, devienen en máscaras que no ocultan nada. Dibujos de alambre en el espacio que requieren de contornos recortados para ser visibles.

Las diferentes vistas tomadas por las cámaras dan cuenta, entre otras, de las miradas desde el escenario, que pasan inadvertidas al concurrir a un espectáculo donde, lo expuesto, se ubica (naturalmente) sobre el mismo, para ser objeto de escrutinio, complaciente, indiferente o despiadado, a cargo de un espectador que, oculto en las sombras de la sala (apenas silueta recortada) no cree estar siendo observado, juzgado, indagado.

La última vista es la de la puerta cerrada, la única permitida al público. Cabe destacar que, ante una puerta cerrada, lo que sucede detrás de ella, fuera de toda comprobación, tiene igual posibilidad de no ocurrir, es más, lo certero es que sucede y no sucede, al mismo tiempo y con igual rango de realidad.

Dicho esto podríamos concluir que, solamente el diseño del afiche era enteramente necesario para plasmar la idea.